Estas cerdas transmiten impulsos eléctricos relacionados con impresiones
táctiles a la región somatosensorial de la corteza cerebral, también
denominada "región de barriles". En el cerebro, cada vibrisa tiene asignado
un barril, el cual es un conjunto de neuronas corticales morfológicamente
relacionadas con una columna cortical funcional.
Las vibrisas pueden detectar pequeñas variaciones en el viento,
permitiéndole saber si se encuentra ante algún obstáculo, sin necesidad de
visualizarlo. Las dos filas superiores de vibrisas en el labio del
gato pueden moverse independientemente de las dos filas inferiores para
una mayor precisión. Justamente, la longitud de las vibrisas, al superar el
ancho y la altura del cuerpo del animal, le permiten saber si pueden
atravesar una abertura con el tamaño de su cuerpo.
Se cree que confían más en la información de sus cerdas sensitivas que en la
visual si la luz es tenue, ya que las pupilas completamente dilatadas
reducen su capacidad de enfocar objetos cercanos.
La posición de las vibrisas indican su talante: apuntan hacia adelante si su
actitud es amigable y curiosa; y se posicionan hacia atrás -sobre su cara-
si su actitud es agresiva o defensiva.
Recientes estudios de fotografías infrarrojas de
gatos cazando han demostrado que también utilizan las vibrisas para
determinar si la presa que han mordido está ya muerta. Se observa en las
fotos que, al aplicar el mordisco fatal a la víctima (normalmente un roedor)
y posteriormente mantenerla apretada entre las mandíbulas, las vibrisas
"abrazan" o rodean completamente el cuerpo de la presa para detectar la
mínima vibración que denote que aún está con vida. Este fenómeno protege al
propio
felino, porque muchas de sus víctimas, como las ratas, aún pueden
morderlo y lesionarlo si el depredador se las lleva a la boca estando aún
con vida. Fuente
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