Suele creerse que si lo castramos iremos en contra de su naturaleza (y en
parte es así) y le privaremos que goce de su vida sexual. Pero lo cierto es
que los animales no viven la sexualidad como las personas, para ellos el
sexo es únicamente un proceso físico para reproducirse. Así que, de lo único
que lo privaremos es de reproducirse.
Partiendo de esta base, queda en nuestras manos decidir cómo queremos que se
desarrolle la convivencia con el
gato durante los próximos años de nuestra vida. Si decidimos no castrar
al animal, tenemos que saber que varias veces al año el gato o gata estará
en celo y ello comportará una serie de consecuencias que debemos asumir y
aceptar.
El celo
Los
gatos tienen una maduración sexual muy rápida. Las gatas tienen su
primer celo entre los cinco y los doce meses de edad (dependiendo de la
raza, el peso, la salud o la presencia de otros gatos en su territorio)
y los gatos algo más tarde (dependiendo más del peso que de la edad).
El período de actividad sexual también depende de varios factores como la
alimentación, la salud o la estimulación por parte de señales de otros
congéneres. Pero lo más determinante es la duración de las horas de luz y la
temperatura.
En Europa central la gata doméstica suele entrar en período de celo en
febrero, junio y octubre. Las de
raza tienen el celo generalmente en febrero y junio. No es posible
determinar la fecha exacta, ya que cada raza y cada gata tienen un ciclo
particular.
Durante los días que dura el celo, la
gata come menos, se mueve de un lado para otro, maúlla y frota su cabeza
en objetos o personas conocidas. El día culminante del período (generalmente
el tercero) la gata está más nerviosa, se contorsiona en el suelo cerca de
la persona de confianza, aumenta el volumen y la frecuencia de sus maullidos
(para atraer a los machos) y se lame las patas y los órganos geniales.
Cuando se la acaricia, arquea su parte trasera, baja la parte delantera y
patea con las patas posteriores.
Si a la
gata en celo se le impide aparearse durante un tiempo prolongado puede
sufrir trastornos hormonales y puede llegar a desarrollar un celo permanente
(cada veinte días), un falso embarazo o incluso una piometra.
Al contrario que la gata, el macho puede tener el celo en cualquier momento,
no lo tiene en períodos determinados. El
gato demuestra que está en celo dejando salpicaduras de orín de un olor
insoportable por toda la casa, maullando fuertemente, lamiéndose los
genitales y moviéndose inquieto. El gato que no disponga de una gata en celo
intentará forzar a gatas jóvenes o preñadas, incluso a
gatitos macho.
La única manera de frenar estas conductas es someter al animal a una
castración.
¿Qué es la castración?
La castración es la extirpación quirúrgica de las glándulas genitales; los
testículos en el macho (castración) y los ovarios (ovariectomía) u ovarios y
útero (ovariohisterectomía) en la hembra. Cuando las hormonas sexuales ya no
son producidas, las apetencias sexuales del animal quedan suprimidas y por
lo tanto, también el celo y el comportamiento que éste suponía.
¿Qué es la esterilización?
Al contrario que la castración, la esterilización deja intactos los órganos
sexuales, manteniendo el instinto sexual en los animales pero volviéndolos
estériles. En esta operación no se extirpan las glándulas genitales
productoras de hormonas (testículos y ovarios), solamente se cortan las vías
espermáticas del
gato (vasectomía) o bien los oviductos de la
gata (ligadura de trompas). De esta manera las molestias del
comportamiento sexual de los animales no quedan suprimidas, los
gatos siguen maullando, estando nerviosos, escapándose de casa,
vagabundeando y dejando restos de orín de un olor desagradable.
Qué es mejor, ¿castrar o esterilizar?
Depende de lo que queramos para nuestro gato será mejor una opción u otra.
Si lo que principalmente queremos es erradicar la conducta que provoca el
celo, la mejor opción es
castrarlo. Si simplemente queremos que nuestra mascota no procree, sin
importarnos las molestias del celo, lo más aconsejable es esterilizarla.
A pesar de que la castración es una operación sencilla, como toda
intervención quirúrgica, tiene un cierto riesgo, principalmente debido al
uso de los anestésicos. El día de la intervención, el
animal debe llegar a quirófano sin haber comido nada durante las doce
horas previas y sin haber bebido nada las seis antes. La operación en sí
sólo dura unos pocos minutos en el caso de los machos y una media hora en el
caso de las hembras.
A todos los
machos (salvo complicaciones) y a algunas hembras se les permite marchar
a casa el mismo día de la intervención. A la mayoría de las hembras se las
retiene en la clínica por un período de veinticuatro horas para asegurarse
la tranquilidad de la gata y las condiciones óptimas de restablecimiento. En
cualquier caso, después de la operación, tanto hembras como machos deben
quedarse encerrados en casa durante, al menos, cuarenta y ocho horas.
La
esterilización es una intervención más complicada y de mayor coste que
la castración. Como hemos apuntado anteriormente, la operación produce
esterilidad en el animal pero no cesa la producción de hormonas sexuales,
con lo que no se elimina el comportamiento sexual tan molesto para los
propietarios.
¿Por qué castrar a mi gato?
El
animal no tendrá la necesidad de salir a la calle y se ahorrará todos
los peligros que ello conlleva, como las peleas, los parásitos y las
infecciones (Virus de la Inmunodeficiencia Felina y Leucemia Felina).
Nuestra mascota no saldrá a la calle para satisfacer su instinto sexual y
por lo tanto, no preñará o se quedará preñada y no será la responsable de
traer al mundo a futuros gatos callejeros. Una gata puede tener de tres a
cuatro camadas al año, con una media de cuatro
cachorros por camada. Muchos de estos gatitos acaban viviendo en las
calles en pésimas condiciones, rebuscando en cubos de basura, alcantarillas
o incluso en casas particulares.
Se eliminan las molestias de su comportamiento sexual (los maullidos
constantes y agudos de las hembras y el olor desagradable del orín de los
machos). Los
gatos castrados resultan ser unos animales más dóciles, cariñosos y
tranquilos, y al contrario de lo que se suele creer, su comportamiento no
varía en otros aspectos básicos (no pierden su instinto de caza, ni su
agilidad, ni su elegancia).
Evita en las hembras el embarazo psicológico, la piometra y algunos tumores
mamarios, y en los
machos, tumores testiculares, hernias perianales, tumores de glándulas
hepatoides, tumores de glándulas perianales, tumores y quistes prostáticos.
Aumenta la longevidad del animal.
¿Cuándo castrar a mi gato?
Al igual que otros asuntos veterinarios, éste es un tema que genera bastante
polémica. Hay veterinarios que aconsejan castrar al animal en edades muy
tempranas (antes de la pubertad) mientras que otros se inclinan a hacerlo
después del primer celo.
Castrar al gato o gata cuando es muy joven tiene la ventaja de inhibir el
comportamiento sexual antes de que se inicie. Contrariamente, hay
profesionales que afirman que para evitar trastornos urinarios, no se debe
castrar al gato antes de que el macho llegue a la madurez sexual (a los ocho
o diez meses). En el caso de las
gatas, también es recomendable llevar a cabo la castración entre los
ocho y diez meses de vida, y nunca cuando el animal se encuentre en período
de celo. Aún después de haber tenido varios partos una gata puede castrarse.
No obstante, la castración se puede realizar en cualquier momento de la vida
del gato o gata.
Consecuencias de castrar al gato
Dependiendo del
gato y de la
raza, tras la castración puede que notemos algunos cambios en nuestro
compañero:
Ejercicio y peso: El
gato, macho o hembra, tras la castración, tiene una cierta tendencia a
aumentar de peso, llegando a padecer en muchos casos obesidad. Los cambios
hormonales provocados por la extirpación de los órganos sexuales afectan en
la utilización por parte del organismo de los nutrientes. El animal necesita
un aporte calórico ligeramente menor, por lo que conviene darle menos
cantidad de comida o un alimento más bajo en grasas y proporcionarle el
suficiente ejercicio físico. Un animal que se alimente de forma inadecuada
se engordará, operado o no.
Carácter: Después de una castración, el gato solamente cambia radicalmente
aquellas conductas ligadas a sus hormonas. Lo que sí es posible es que al no
tener el instinto de salir de casa en busca de satisfacer el celo, es normal
que el animal se vuelva más dócil, cariñoso y tranquilo. Fuente
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